dimarts, 2 de novembre del 2010

CREENCIAS Y FE

Ahora, en los tiempos que corremos, cada vez más necesitamos arraigar nuestras creencias y nuestras convicciones. La esperanza y la motivación personal necesitan ser cultivadas día a día y necesitamos rodearnos de personas con espíritu positivo y luchador. Las instituciones deberían ser instrumentos para poder desarrollar nuestro espíritu y nuestra persona, y estar al servicio de todos, sea cual sea el sexo, estatus social o bien creencias religiosas. Desde una perspectiva religiosa católica, creo que se debería volver a los principios ideológicos, y desde la humildad, el esfuerzo y el trabajo común, y necesitamos que nuestra Iglesia sea la primera que en momentos cruciales deje de mirarse el ombligo y evolucione como lo está haciendo la sociedad, deje de enriquecerse para hacer valía de su superioridad y ponga al servicio de los ciudadanos todos esos valores que hacen que las personas se enriquezcan a un nivel espiritual más que material. Desgraciadamente, en estos últimos tiempos, la sensación es totalmente diferente ya que hay ciertos sacerdotes que parecen preocuparse más de su ego personal y olvidan la esencia de su obligación con los creyentes, y por tanto están dando una mala imagen, desde mi punto de vista de creyente. Nombraré solamente dos casos que desgraciadamente continúan ejerciendo como sacerdotes que con sus actitudes ostentosas y prepotentes hacen que la iglesia deje de ser cercana a las personas, humilde y servicial, y que sea transmisora de valores religiosos; dos ejemplos claros de ineficacia indiscutible son el sacerdote de Bornos y el sacerdote de la Junta de los Ríos. Me diereis si no es una situación impresentable y una falta de respeto hacia los demás actuar con prepotencia y pasotismo hacia los demás en situaciones tan amargas como un entierro, llegando tarde más de media hora y celebrar el acto religioso sin orden ninguno, como ido o fuera de sí, sin saber que decir, y no en una situación nada más, ha sucedido más veces, y la última este pasado viernes. Firmemente creo que la Diócesis correspondiente debería tomar medidas, si no desea que los fieles creyentes se encuentren huérfanos de la atención que esperamos las personas de nuestra Iglesia y animo a las personas que por miedo o vergüenza no se atrevan a denunciar situaciones retrógradas y caprichosas impensables hoy en día de algunos sacerdotes que deberían dedicarse a otra cosa con menos responsabilidad.

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