Necesitamos el sistema bancario, entre otras razones, para el funcionamiento de la economía empresarial, doméstica y la fluidez de las finanzas. Pero el sistema, tal y como actualmente opera, constituye un peligro para la estabilidad de las economías y de las finanzas. Informes de expertos y de organizaciones diversas rivalizan ahora en denunciar la alta responsabilidad de los bancos y cajas en la particular crisis financiera económica española. Después de las ayudas públicas millonarias que han recibido y que han provocado el crecimiento del déficit Estatal y muy importantes recortes del estado del bienestar, las entidades bancarias continúan sin inmutarse, ningún cambio en sus prácticas, todo lo contrario. Suben comisiones, encarecen el crédito, mantienen de forma artificial el precio de las viviendas, aplican las clausulas del suelo de las hipotecas, ejecutan las hipotecas de los morosos y no tienen suficiente con las llaves del piso que ellos han sobrevalorado; dan retribuciones escandalosas a sus directivos, consejeros y niegan cualquier responsabilidad en la crisis. Prefieren anteponer su solvencia a expensas de la solvencia del Estado, las empresas y los particulares. Practican sin rubor una incontinencia publicitaria que los retrata y que abusa de la ignorancia, la inocencia o la pequeña codicia de muchos clientes. Tendrían que mostrar, al contrario, contención i respeto ante unos clientes víctimas de la crisis, ahogados per las hipotecas i préstamos, preocupados por la pérdida del trabajo o el riesgo de perderlo o por el fracaso de la empresa propia. Todos quieren ser nuestro banco o nuestra caja; que el cliente es el protagonista; que tienen soluciones personalizadas; que tienen la financiación que necesitamos…Que lejos queda todo de la dura realidad.
Rafael Galván
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