dimarts, 20 de setembre del 2011

TRIBUS URBANAS “LOS DECEPCIONADOS”



El decepcionado como cualquier hijo de vecino nace, vive, se reproduce y muere como todos los humanos. Cuando llegó la decepción, fue para su padre, quería una hija y tenía cinco hijos; la segunda para su madre, quería un hijo guapo y le salió rana, bueno más bien con cara de sapo. Para él, su primer desencanto fue justo al nacer, le esperaba la comadrona para propinarle una buena tunda de tortas por salir medio asfixiado y de esta forma reanimarlo, no sin antes dejarle el culete como un tomate y con unos suspiros que tardaron semanas en desaparecer. De esa manera comenzaron sus desengaños y la forma para sobrellevarlo con fuerza y resignación.
¿El decepcionado nace o se hace? Depende, en este caso se hace aunque también por genética llevaba todas las papeletas para acabar despertando a sus frustraciones. Se de aquel decepcionado que antes de nacer confiaba en el ser humano, que con el paso de los años y los desengaños la perdió, como perdimos la guerra de cuba, otra gran decepción para España y los españoles de la época.
En la vida nos llevamos múltiples desengaños de una u otra forma, eso sí ellas nos marcaran toda la vida al ser confiados y perder la confianza en los demás ¿En que creemos y como vivimos? Los desengaños pueden venir de múltiples formas, creo que nuestro primer desencanto se lo llevaron en nuestros comienzos Adán y Eva en el paraíso; se de buena fuente que no les gustaba ni la fruta ni la verdura, más bien le hincaban el diente al pato asado y al jabalí en salsita. Eva fue la promotora de las dietas blandas y se empeñó en darle a Adán la dichosa manzanita, por considerar que estaba gordo y pese a que le habían avisado que manzanita ninguna, al comerla dieron comienzo nuestros sufrimientos y nuestros contratiempos, eso al menos nos contaron, pero en verdad creo que tuvo que ser por algo más. Me imagino la cara de Adán con tan tremenda decepción. Si al menos hubiese sido por un jamón lo llevaríamos mejor pero ¡por una manzana! Adán pasó así a ser el primer decepcionado de su pareja o de algún otro que le preparó la encerrona, a sabiendas que caería como un pastel a las puertas de un colegio, porque caer en las tentaciones caemos. Nuestras decepciones, nos llegan durante toda la vida y de formas diversas; está el infante dolido al comprobar cómo su madre le da más cariño a su hermano menor; o el adolescente que al perder su infancia e inocencia creyó buscar su salida en la vida de adulto y ésta le enseño a conocer la realidad, su crudeza y sus desengaños que nos traen durante todos los periodos de nuestras vidas. Las decepciones apenas tienen que ver con la condición social o los sentimientos de las personas. La confianza mutua es una de nuestras necesidades primordiales del ser humano, sin ella no somos nosotros mismos, aunque al perderla perdemos gran parte de nuestra personalidad, la que jamás volveremos a recuperar íntegramente. Decepción forma parte de nuestra vida y habita en lo más hondo de nuestro ser, es enemiga de la amistad, el amor, el cariño y la confianza, siempre lucho contra ellas, pero estas nunca se rindieron al encontrar personas amigas, leales y con coraje. ¿Qué hacemos con la decepción? Ese sentimiento que nos llega es algo que sabemos que comienza pero no sabemos cuándo termina, al igual que mi Lista negra de decepciones la cual os presento:
- El amigo que nos vende.
- La mujer que traiciona.
- El jefe que te humilla.
- El político que te engaña.
- La familia por la herencia.
- El cuerpo que nos falla.
- El marido que maltrata.
- El cura pederasta.
- Algún sindicalista.
- La iglesia con maña.
Y acabo con el Humanista y la lista.



Ana Mª Menacho y Manuel Sánchez Dorado
Ven-T Jédula

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